jueves, 3 de junio de 2010

Contarnos algo

Los dueños y directivos del Estudio de arquitectura VGL “Vanemerak, Güendulain y Lanzidei”son bastante herméticos. Conocen la situación del Estudio, el contexto empresarial, las multas de los inspectores, el resultado de los balances, las llegadas tardías de los empleados, los peinados de las secretarias y hasta los arreglos con el sindicato pero nada de ello lo transmiten al resto de los empleados pensando que así tienen más chapa de jefes. Así pasaron años donde los albañiles, los pintores y los decoradores de interiores tuvieron que hacer peripecias para lograr los objetivos que los arquitectos esperaban, sobre todo porque esas metas pocas veces estaban claras, y mucho menos veces aún eran transmitidas con claridad. Hubo miles de anécdotas para contar, pero sólo rescato una que puede dejar enseñanzas. Fue hace poco tiempo, cuando empezó el auge de los reclamos de paritarias, de porcentajes de aumentos y de mejoras en las condiciones laborales. Obviamente los constructores estaban aglutinados en un gremio que los representaba y no tardaron en presentarse ante los dueños del Estudio para pedir una recomposición salarial entre otras cosas, porque a esta altura nadie duda de que los que negocian siempre sacan alguna tajadita extra para ellos. Empleados y empleadores estaban al tanto de que había negociaciones, pero nunca llegaban a un arreglo. Por la naturaleza de los trabajos que se hacían y con el boom de las construcciones a pleno, la idea de una medida de fuerza sólo era viable cuando se hablaba de la modalidad japonesa. Los días y meses pasaron hasta que llegó “El Tano”, un albañil de raza, que heredó el oficio de su padre y de su abuelo quien llegó de Europa y le estampó el apodo a las dos generaciones que lo siguieron. “El Tano” fue anarquista desde siempre y le resultó sencillo ser el que peleaba con los dueños de VGL por cualquier reinvindicación. Así fue que se puso al frente de las charlas y viendo la intransigencia de la patronal presentó una moción en asamblea que resultó elegida por aclamación de la abrumadora mayoría. El próximo paso votado por todos era el sabotaje hormiga de las obras. Así empezaron a generarse pequeñas fallas en las construcciones, en la decoración, la pintura y la habilitación de los predios que el Estudio realizaba. Aparecieron hoteles de lujo con habilitación para fiambrería, hoteles alojamiento con los frentes vidriados, tanques de agua colmados con Talacasto blanco y eventos inaugurales donde en lugar de alfombras rojas había una glamorosa carpeta de césped sintético. Más allá de eso, con el tiempo se supo que todas las medidas que tomó “El Tano” iban paralelas a una decisión que la patronal estaba empezando a darle forma. Iba a haber un aumento y mejoras sustanciales en las condiciones de trabajo, pero no querían adelantar nada para generar un efecto sorpresa que repercuta positivamente en los empleados. Eso fue lo mismo que dijeron los dueños desde el principio y por eso nadie les dio crédito. De todos modos, no se les ocurrió mejor idea que informar las medidas en la fiesta aniversario del Estudio, un evento que anualmente reunía a todos los colaboradores, empleados, dueños, arquitectos, colegas, colados y vecinos en algún selecto restó de lo que era Palermo Rosa. “El Tano” no se la iba a perder y habló con sus representados y todos tenían la firme convicción de que esa era la oportunidad para la batalla final, para que todos se den cuenta que el Estudio VGL era una fantochada y quería sacarle la careta delante de los medios y los invitados. Todos prepararon con mucho entusiasmo los detalles, delinearon que decir y que hacer hasta que finalmente llegó el día más esperado. Todos eran concientes que iba a ser un antes y un después, que las cosas cambiarían definitivamente después del evento. Y así se preparaban. Muchos tenían redactadas las renuncias, otros cambiaban de trabajo al otro día, pero “El Tano” tenía previsto otros planes. La noche se preparaba reluciente, las estrellas y la luna iluminaban la esquina de Chonino y Godoy Cruz, y los mozos lucían su camisa más blanca y mejor planchada que nunca. La operación iba a ponerse en marcha. El primero en llegar fue uno de los dueños del Estudio, con su abogada y representante doña Ma. José Got Thäg, quienes se acercaron al escenario y dejaron el discurso impreso en hojas A4 en la tarima preparada con micrófono y todo, después fueron a la recepción a comer saladitos y caviar. Casi al mismo tiempo llegaron los capataces JF Dehaquella y "El Barba" Pamm, dos inútiles que solamente saben complicarle las cosas a los empleados y se cuelgan como medallas cualquier mérito que ande dando vueltas raramente por ahí. Los tres eran los más defenestrados por los trabajadores y hoy los laburantes se las iban a cobrar todas juntas. "La Flaca" Serena era la más ansiosa, parecía la más joven, y fue la primera sediciosa en llegar, era la encargada de colocar las pancartas atrás del telón, justo arriba de la tarima con el micrófono donde se iba a dar el discurso. Las claras y perfectas letras rojas que hizo con su sobrino sobre la pancarta blanca eran un mensaje más que evidente para todos los espectadores, pero la lectura del mensaje iba a tener que esperar un poco. Después sus compañeros ya fueron llegando simultáneamente y tomando acción en cada una de las tareas que tenían encomendadas. Robledo tenía pelo largo y quizas eso llamó la atención de los que no lo conocían, por eso se quedó en la recepción desviando las miradas, mientras el Ingeniero Ferrarisi entraba sigilosamente hacia los baños. Puso los carteles típicos de "Baño en mantenimieno" para que nadie pase y se dedicó a sellar las ventanas. Después dejó que las bombas del espeso gas lacrimógeno inunden el lugar. Maio era el decorador y no quiso quedarse fuera del evento, si bien no aparecía nunca por el estudio, tenía cuentas pendientes y también fue de la partida. Él fue quien propuso ir a la cocina y coimear a todos los cocineros para que se vayan y le dejen la cocina despejada. El tipo era arriesgado y caradura. Una vez que abrió las llaves de gas de todas las hornallas se fue y apenas pasó la puerta se cruzó con el miserable Pamm y no dudó un segundo en decirle mientras caminaba "Barba, no sabés que rico va a estar el sushi" para seguir sin detenerse. Laura y Verito al principio no estaban convencidas, pero se sumaron una vez que Maio les dio coraje. Las dos siempre fueron llamativas y tenían una función clave, iban a ser la chispa que encendería todo el fuego vengador. Sólo faltaba “El Tano” que reservó celosamente su papel y no quiso compartir con nadie cual era su función en el engranaje que habían pergeniado. No obstante todos seguían adelante. A uno de los pibes de mantenimiento no lo conocía mucha gente, entonces fue el que monitoreaba todo el plan vestido como mozo, con moñito y todo. Faltaban 10 minutos para que empiece el show de bienvenida, donde Dany Martin iba a cantar boleros y lentos para todos los que estaban en la recepción degustando saladitos y otras porquerías. Ese era el momento para que el plan dé su paso fundamental. Las cosas iban sobre ruedas hasta que sin que nadie lo esperara llegó una camioneta del Gobierno Ciudadano. Eran inspectores que venían a controlar las condiciones del lugar y los permisos de festejo que tenía VGL. Después de hacer entender a los de la entrada lograron reunirse con la abogada Got Thäg, con quien acordaron los pasos a seguir. De pronto, cuando estaban saliendo aparecieron Dehaquella y Pamm y lo único que atinaron a hacer fue limpiarse la comisura con una servilleta de papel para decir "Hasta luego", pero fiel a su estilo después dijeron a todos, prensa incluída, que fueron ellos los que echaron a patadas a estos coimeros y que no había pasado nada, que el show debía continuar. Sin embargo, lo acordado con Got Thäg fue que iban a hacer una fumigación que estaba atrasada y que era el único requisito pendiente. Por ello, apareció en escena una especie de astronauta con tyvek blanco de pies a cabeza, con botas de goma, máscara de gas y mochilita fumigadora reglamentaria, una especia de oportuno Eternauta nocturno. El tipo fue rociando todo el salón, los visitantes gambeteaban al inoportuno visitante que no se privó de nada y llegó desparramando líquido hasta el escenario, inclusive humedeciendo también el telón aterciopelado. Con la tarea hecha suspiró profundamente, mientras esa gota de sudor se deslizaba poro a poro por su frente pasando la barrera pilosa de la ceja para descender en caída libre y vertiginosa hasta estallar estrepitosamente contra la punta de la naríz de ese perfil europeo. Recién ahí dio el paso que iniciaba su retirada, no le molestó, ni se propuso, esquivar o cruzarse con todos los cogotudos que se emperifollaban para esa noche. Arquitectos, periodistas y hasta los mozos se reían del tipo que galantemente antes de abandonar el lugar cerró pícaramente su ojo izquierdo ante Verito y Laura. La primera dejó pasar un segundo para seguir los pasos del fulano mientras su copa ya estaba vacía pero todavía en la mano. Laura quedó sola y, cuando pensaba en arrinconarse para prender su primer cigarro después de mucho tiempo, se cruzó repentinamente con Federico, un pibe que la estaba merodeando hacía tiempo, pero que no estaba en el plan, pero que sí estaba pendiente de la morocha. "Por fin te dejaron un ratito sola", le dijo en indudable plan de seducción. La morocha solía recibir eso como un gran cumplido y, en general, era la antesala de charlas prolongadas. Pero esta vez, esta vez, las cosas eran distintas. Si bien el pibe era fachero, y a la morocha en el fondo le interesaba, no sabía como actuar. La situación no era normal. Y fue entonces cuando Fede vivió su sueño eterno cuando escuchó "¿dónde estabas? Andá a buscar el auto que nos vamos de acá ya". El pibe no podía creerlo. Mientras encaraba para la puerta, por la que ya no entraba nadie, relojeaba para atrás pensando que el sueño podía esfumarse. La morocha le guiñó el ojo y retomó su plan de arrinconarse con el Zippo en la derecha y un 43/70 en la izquierda. Eran las 22:17 cuando la pequeña llama incendió el tabaco y el papel, pero lejos de apagarse se acrecentó su calor y su luz cuando el encendedor fue volando contra un rincón del salón y tras un segundo encendió el líquido todavía húmedo que había dejado el fumigador. Las llamas corrieron a ras de piso, primero por los rincones donde todavía estaba el líquido húmedo, pero después empezaron a tomar fuego los manteles y algunos cortinados. Cuando parte de los presentes se percataron de ello, Ferrarisi, Laura, “La Flaca” Serena y el mozo ya estaban juntos en la vereda. Todos sabían el final de la historia y buscaron pronto un Frávega cerca para ver los noticieros en vivo. Adentro hubo asfixiados, lesiones y varios desmayos. Un cronista pudo entrar y encontrarse con el discurso abollado y llenó de hollín y, entre otras cosas, pudo leer fragmentos de su contenido donde el Estudio “se compromete a reducir la jornada laboral, elevar en un 38% los salarios mínimos y aplicar adicionales por productividad y presentismo”. Verito se reunió al grupo frente a la vidriera y mientras terminaba de procesar lo que escuchaba dijo “eso es más de lo que venimos pidiendo hace meses”. Las imágenes por tevé mostraban el fuego en el restó, y una escena quedó como emblemática del suceso. El fuego descolgó el telón del techo y tras él se pudo ver la pancarta que, tras la lectura del contenido del discurso, quedaba anacrónica. “Negreros de mierda” en clara alusión al dueño, Got Thäg, Dehaquella y Pamm. Después del siniestro todos se fueron del estudio. Serena se fue al campo con el mozo, Verito y Laura pudieron seguir juntas en una oficina de Calidad. Fede sigue esperando con el auto a Laura. “El Tano” hace changas como albañil en Bell Ville, donde llegó después de tirar el mameluco blanco y tatuarse en el antebrazo “la próxima vez van a contarnos algo”.

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