No fue su uniforme azul con vivos verdes. Ni su escoba patas para arriba paseando en el carrito característico. Tampoco el perfume que deja a su paso vaya donde vaya. Ni siquiera sus guantes de latex. Sus zapatos de seguridad desacordonados y bastante roñosos tampoco despertaron mi atención. Su intrigante desconocimiento de la literatura fue más poderoso que todo eso. Su texto escrito en la pared llamó mi atención inexorablemente. Y fue ahí cuando la ternura brotó sin que ninguna barrera pueda contenerla. Quisiera conocerla. Quisiera saber como es. Tratar de descifrar el porque de sus palabras tan precisas. Quisiera conocer a esta bestia que rompió los moldes de la escritura. Quisiera tener frente a frente a este ser, simplemente para decirle que sus palabras robaron mi atención por días enteros. Quisiera decirle que admiro su trabajo cotidiano. Que, está claro, no puede evitar cumplir ciertos formalismos. Y que entiendo que es cierto que debe dejar registro de su paso. Pero nunca, nunca de los jamases, hubiese imaginado que alguien pueda poner "Inodoro con caca" en la planilla de limpieza del baño de hombres de la oficina.
lunes, 19 de marzo de 2012
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